Medicina energética y psicología

Vamos a tratar de poner en relación la medicina energética con la psicología. Ambos términos e refieren a un vasto campo de la realidad en función de las vías y perspectivas de aproximación así como de los desarrollos teóricos que se desprenden de las incursiones en la realidad bio-psico-social del ser humano. No vamos a extendernos especialmente aquí sobre el particular. Tan sólo señalar, de forma genérica, a la medicina del lado de lo biológico, y a la psicología del lado de lo interpersonal, de lo social.

 

Naturaleza de la Medicina energética y de la Psicología

• Medicina ........ se refiere a lo biológico.

• Psicología ........ se refiere  a lo interpersonal: Psicoanálisis y Humanistas

a lo conductual

a lo cognitivo

 

Gran parte de las aportaciones en el ámbito de la salud vienen dadas por pretendidas novedades integradas en disciplinas o especialidades cuya presencia en la práctica y su eficacia medida tienen más que ver con intereses corporativos o de mercado que con un sentido propio de salud, entendida esta como estado de plenitud de la persona.

 

Planteamos el curar como un arte para el que contamos con una cantidad tal de prácticas, más o menos regladas, teorías y técnicas que, por su número, resultan de todo punto asumibles por un mismo terapeuta. La terapia es siempre una acción peculiar y única en cada caso, como el acto amoroso, en el que están presentes todas las variables que queramos considerar: las especialidades y cualificación del médico, la realidad del paciente, sus síntomas, su demanda, la relación que se establece entre ambos en el contexto en que desarrolle el tratamiento, y todos recortes contextuales que consideremos establecer.

 

Lo holístico (de lo celular a lo cósmico) y lo transpersonal (más allá del ego, más allá de la configuración de los procesos mentales).

 

La concepción holística se comprende por el modelo del holograma: una imagen cuyas partes en las que se descompone reproducen la imagen entera original, mostrando así cómo el todo se encuentra en cada una de las partes.

 

Esta presencia de todo en todo nos lleva al concepto de la trama, desarrollado en las Ciencias Energéticas[i], y que nos permite una capacidad extraordinaria en lo que hace al diagnóstico cuando nos referimos a la clínica. Especialmente la “trama intermediaria”, aquella por la que se “relaciona lo infinitamente pequeño con lo infinitamente grande”, del átomo a la célula, y cuyo papel es unir el todo con el todo. “Permite a los seres humanos identificarse en tanto que persona en su totalidad y reconocerse los unos a los otros.” Un ejemplo sencillo para entender la noción de trama intermediaria es cuando al encontrarse por primera vez dos personas, el efecto, la sensación de fondo y que inmediatamente se transmite por el apretón de la mano y por la mirada produce una impresión de naturaleza “energética” que sienten ambos. Esta sensación es explicable por esta energía de contacto que se vehicula por la trama afectada al ponerse estas dos personas en contacto. Ahí se produce un fenómeno, luego está el reconocimiento subjetivo y la interpretación que cada uno le atribuye al encuentro, las palabras que se le pone. “Si esta trama fuera percibida a simple vista veríamos producirse una contracción de la trama entre estas dos personas. Esta contracción dará una emoción a cada uno de ellos, que será de naturaleza simpática o antipática, según la percepción agradable o desagradable de la misma. Al final del saludo, la trama se detendrá y volverá a tomar su forma inicial. Solamente la sensación quedará presente durante un momento. Existe , sin embargo, una memoria de las sensaciones que permanece inscrita en nuestro inconsciente. Esta memoria energética está igualmente marcada en nuestro propio tejido vibratorio.” Es a través de la trama, en la trama donde el hombre de desenvuelve, el contexto donde se pone en relación con los otros y con el ambiente.

 

De hecho, el hombre es un tejedor permanente de tramas, configuraciones, estructuras de soporte en las que se inserta la realidad tal como la percibe; tramas tanto individuales como colectivas. Las individuales vienen a ser el tejido de nuestro inconsciente: “ ... las programaciones concernientes a nuestra infancia, nuestras vivencias con sus penas y sus sufrimientos, nuestras alegrías y nuestros éxitos están inscritos en lo más profundo de nuestra carne.” Este forma de entender la trama se corresponde muy directamente con las teorías dinámicas y humanistas derivadas del psicoanálisis. Los anudamientos en la trama constituyen lo reprimido inconsciente a liberar en el tratamiento. Mediante el “desanudamiento” permitimos soltar esta dependencia del pasado para encarnar en la propia identidad el momento presente.

 

Vivir el momento presenta es la posibilidad que el hombre tiene de ser él mismo, de estar en su identidad. Para esto necesita llegar a tener una trama lo más lisa posible, que le permita abrirse al mundo, a la vida, al momento, a las cosas como son. Esto es una apuesta que requiere una decisión y determinación firmes. Conviene en este punto decir que las aperturas, la liberación de sus nudos y ataduras, de su inconsciente, que un hombre realiza, afectas al colectivo de todos los hombres. Hay un punto de encuentro y de ruptura con la alteridad: lo mejor que podemos hacer por nosotros mismos: ser libres, libres de lo que nos saca de nuestro ser, es lo mejor que podemos hacer por todo el mundo.

 

No ser feliz y no ser libre, se nos presenta de esto modo como una hostilidad ilícita, inmoral, hacia el prójimo y como una solemne estupidez.

 

Existe también la trama social, no ya compuesta por un individuo sino por un grupo, en donde cada uno va a aportar su “hilo” para la constitución de un tejido consistente que podrá igualmente tener distintas propiedades y naturaleza. Pero para esto tendremos otra ocasión.

 

Entendemos al ser humano como un sistema, un organismo compuesto, a su vez elemento, parte y célula de un sistema que igualmente se integra en un sistema mayor y así sucesivamente. Este elemento, el ser humano, del mismo modo que todas sus células, en tanto que organismo vivo, es un receptor y emisor de energías, un receptor y emisor de información. Frente a una medicina del síntoma, la medicina energética se contempla como una medicina de la salud, cuyo objetivo es la persona en su ser, en el instante, en cada momento, en el momento presente, esto es, en armonía con los elementos del sistema del que forma parte y teniendo en armonía los elementos que componen su sistema interno. Lo mismo que decir que recibe las energías[ii], la información de su contexto, adecuadamente y las devuelve (retroalimenta el sistema) también de forma adecuada.

 

Esta “adecuación” en la recepción y emisión de la energía cuando nos referimos al ser humano tiene una medida que es la consciencia. La consciencia es la magnitud específica del ser humano, quien crece y se realiza en la misma medida en la que su nivel de consciencia se amplía.

 

La medicina energética presenta una dimensión: la IDENTIDAD. Esta dimensión, si no supone una integración de las anteriores (lo biológico, lo interpersonal, etc) , sí puede decirse que no produce un parcelamiento, una división en la que se deja de lado un aspecto u otro como se produce con las abordajes anteriores. La identidad es la expresión de la realidad de lo que se es. Cada uno tiene una realidad energética diferente, una identidad diferente.

 

La patología conlleva una pérdida de la identidad, en donde la persona sufre un desequilibrio en su recepción de información y/o en su emisión. Esta información es de una naturaleza que abarca desde la alimentación y las energías más densas (sonidos, luz, aire) a las de carácter simbólico (lo que se entiende más comúnmente por información, en clave de lenguaje hablado o escrito) y más sutiles (radiaciones, ondas electromagnéticas, etc).

 

Básicamente, recibimos la información, el nutrimento, a través de los sentidos, en correspondencia con cada uno de los elementos. Emitimos la información a través de nuestros centros:

 

Nutrición (recepción de la información) vía los sentidos:

 

  • Vista, en correspondencia con el fuego. Sus perturbaciones son casos en los que cuesta salir del propio punto de vista y en donde puede haber problemas con el padre. Hay que dar la posibilidad de que la persona vea las cosas por sí mismo y poner la mirada en su identidad. También son típicas ahí las depresiones y obsesiones. Trastornos el hígado, migrañas y pérdidas de visión. La persona tiende a volver a su idea de las cosas.

 

  • Olfato, en correspondencia con el aire. Sus perturbaciones generan dificultades de expresión, alergias, asma. Lo importante aquí es comprender que hay un bloqueo de una nutrición.

 

  • Oído, en correspondencia con el agua. Sus perturbaciones suponen dificultades en la escucha, de forma genérica como la sordera selectiva. Suele tener más que ver con el arquetipo de la madre.

 

  • Gusto, en correspondencia con el tierra. Sus perturbaciones se reflejan en personas que han perdido el gusto por la vida. Anorexia y bulimia. Es importante acceder y tomar consciencia de acontecimientos que hayan podido sacar de su identidad a la persona. Sabiendo cómo apareció el bloqueo y cómo se defendió la persona, se pueden ir obteniendo claves.

 

  • Tacto, en correspondencia con el éter. Sus perturbaciones generan dificultades en el sueño y en la piel.

 

Expresión a través de los centros sutiles, mediante los que nos expresamos, emitimos información:

 

1. Centro.- vibra en color rojo.

En positivo: voluntad, poder, combatividad, sexualidad normal.

En negativo: cólera, autoritarismo, lujuria, espíritu de venganza, perversión.

 

2. Centro.- vibra en color amarillo.

En positivo: alegría, creatividad artística, optimismo.

En negativo: tristeza, pérdida de la creatividad, espíritu crítico y sarcástico, pesimismo, somatizaciones.

 

3. Centro.- vibra en color naranja.

En positivo: coraje, creatividad conceptual, organización, motivación.

En Negativo: complejos de superioridad e inferioridad, pereza.

 

4. Centro.- vibra en color verde.

En positivo: apertura, comunicación, responsabilidad, amistad, espíritu de colaboración, saber compartir.

En negativo: dificultades de compartir, aislamiento, contracción, envidia, avaricia.

 

5. Centro.- vibra en color violeta.

En positivo: expresión de sí mismo, comprensión, respeto a los demás, bien decir.

En negativo: bloqueo de la expresión, maledicencia, introversión, intolerancia verbal.

 

6. Centro.- vibra en color azul.

En positivo: amor sublimado, tolerancia y aceptación del mundo, de sí mismo y de los demás, paciencia, confianza en sí y en los demás.

En negativo: miedo, ansiedad, celos, rencor, cinismo, intolerancia.

 

7. Centro.- vibra en color índigo.

En positivo: unidad, humildad.

En negativo: orgullo, autosuficiencia.

 

La expresión negativa de estos centros no es en consciencia, es una manifestación compulsiva.

 

 El cuerpo como taller de consciencia

 

Como comentamos con respecto a lo holístico, el cuerpo es un elemento de un sistema y como tal, percibe todas las modificaciones que se producen en el sistema (eco sistema) donde habita. Sistema que a su vez integra otros sistemas cada vez más amplios –ecosistema local, continental, planetario, ... - hasta llegar a las espirales de las galaxias del universo. Es por esto que nada de lo sucede nos es ajeno y nada de lo que hacemos es sin efecto. Estamos permanente recibiendo y emitiendo información de energías densas y sutiles, próximas y lejanas.

 

Tal vez la aportación fundamental de la energética a la psicología (como disciplina del saber y como herramienta terapéutica) es la consciencia sutil, el cerebro del etérico (7º centro), transpersonal. Este espacio desde el cual podemos ser testigos de nuestro propio ego y contemplar nuestros propios procesos psicológicos. En este sentido es transcendente y accede a una dimensión del ser humano donde su ser, su identidad, va más allá de los procesos mentales y estructuras interpersonales.

 

 (Extracto de conferencia presentada en EcoNatura el 12.03.99)

 

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[i] .” D. Didier. 1998. “Lado cruz y lado cara”

 

[ii] “Las energías son manifestaciones visibles, por su manifestación, e invisibles por su emisión. Responden y se manifiestan a través de leyes generales, que animan todo sistema viviente, desde lo infinitamente pequeño a los infinitamente grande.” Op. Cit.

 

 

Ángel del Pozo Salmerón

Colegiado nº 02582

 

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